La científica iraquí Abrar al-Kubaisi creó un enorme arsenal de armas biológicas para el grupo terrorista. Se suma a una larga tradición de químicos de ese país que desarrollaron las sustancias letales usadas por Saddam Hussein y Al Qaeda.
El martes pasado fue sentenciada a cadena perpetua en Bagdad la científica Abrar al-Kubaisi, que desarrolló armas químicas y biológicas para el Estado Islámico. Fue atrapada en la ciudad de Mosul por la Unidad de Inteligencia Falcon del ejército iraquí. Allí había levantado un laboratorio con elementos de un antiguo desarrollo de agentes saddamistas. Logró producir grandes cantidades de sulfuro de mostaza, cloro (chlorine) y risina.
El primer ataque con esos químicos se produjo en noviembre de 2015 cuando una cantidad no determinada de soldados y oficiales del ejército iraquí murieron a causa de los gases arrojados por milicianos del ISIS. De acuerdo a un informe del centro de investigación de inteligencia, IHS Conflict Monitor, en 2016 se registraron 52 ataques de este tipo en Siria e Irak.
Alguien gritó algo así como “¡Ponganse las máscaras!”, tal vez en inglés o italiano o en árabe. No se entendió muy bien. Pero todos sabíamos de qué se trataba. Corrimos a buscar esas horribles máscaras de gas que teníamos todos los corresponsales que estábamos bajo las bombas en Bagdad. Eran un elemento imprescindible para la supervivencia.
Casco, chaleco antibala y esas pantallas con gomas ajustables que hacían difícil la visión y la respiración. Después de un rato en silencio, con las ridículas máscaras en nuestras caras, cruzamos miradas inquisidoras. ¿Quién gritó? ¿Qué pasó? Nada. Una gata que saltó y salió corriendo con su cría nos dio la respuesta. No se trataba de un ataque químico como el que estábamos esperando.
Si la gata vive, nosotros vamos a poder respirar. Lentamente, nos fuimos quitando las máscaras. Sí, había un olor intenso. Tal vez de la cercana planta petrolera de Al Doura. Pero no un gas letal como el que tanto temíamos.
Fuente:infobae